En España, las pequeñas y medianas empresas (pymes) representan el 99,8% del panorama empresarial, siendo el motor de la economía nacional. Sin embargo, un dato crucial es que el 90% de estas empresas están vinculadas, total o parcialmente, a un grupo familiar. Este aspecto convierte la sucesión o el relevo generacional en uno de los principales desafíos para la mayoría de las organizaciones, según uno de los últimos informes de pymes y autónomos de Hiscox.
El informe revela una realidad preocupante: solo el 11% del total de pymes y autónomos en España tiene establecido un plan de sucesión. Este porcentaje es aún menor cuando nos enfocamos en las micropymes, con solo el 12,4% de ellas contando con un plan de sucesión. Este dato contrasta con el hecho de que el 94% de las empresas en España son micropymes.
No obstante, cuando miramos específicamente el segmento de pymes con 10 a 249 empleados, el panorama mejora ligeramente, con un 37,5% de ellas contando con un plan de sucesión. Esta cifra indica una mayor conciencia en empresas de mayor tamaño.
La situación se complica aún más al analizar los datos por nivel de facturación. El 29,3% de las pymes que facturaron más de 2 millones de euros afirmaron disponer de un plan de sucesión en 2023. Sin embargo, este porcentaje disminuyó en comparación con el año anterior, lo que sugiere una tendencia a la baja en la implementación de planes de sucesión en empresas de mayor tamaño.En cuanto a los sectores, se observan diferencias significativas. Por un lado, el 19,3% de las pymes dedicadas a la industria afirman disponer de un plan de sucesión, con un notable aumento con respecto al año anterior. Por otro lado, las pymes del sector del comercio han experimentado un descenso en la implementación de planes de sucesión, pasando del 11,4% en 2022 al 9,9% en 2023.
Tener un plan de sucesión en una empresa familiar es crucial para garantizar su continuidad en el tiempo. A pesar de los desafíos que implica, es fundamental que más empresas consideren y establezcan estrategias de sucesión para asegurar su viabilidad a largo plazo. La falta de planificación puede poner en riesgo la supervivencia de las pymes familiares, afectando no solo a la empresa en sí, sino también a sus empleados y la economía en general.